Reseña: Soy un gato

Los ojos de un gato un tanto vago como ventanas a la vida de la clase media japonesa.


BÁSICO

Título: Soy un gato
Editorial: Quaterni
Autor/es: Natsume Soseki

EDICIÓN

Formato: Rústica
Nº de páginas: 216
Año de edición: 2015
Precio de compra: 14,50€
(Puedes adquirirlo aquí)

PUNTUACIÓN: 3/5 





Como ya anuncié, tengo intención de incorporar al blog reseñas de novelas extranjeras, y no todas ellas serán de género fantástico o ci-fi.

Es el caso de la obra que hoy os presento: Soy un gato, de Natsume Soseki y obra cumbre de la literatura japonesa de principios del siglo XX e inspirador de grandes autores como Haruki Murakami.

La versión que reseño es la adaptación al manga publicada por Quaterni y que pude adquirir en mi visita al Salón del Manga de Barcelona del pasado octubre.

En esta novela, que pretende ser una crítica a los valores de la sociedad del Periodo Meiji a través de la visión de un perezoso pero entrañable minino sobre la familia humana con la que vive y el dispar elenco de vecinos y amistades que con frecuencia se acercan a su morada.


Una premisa bastante interesante y que permite dar lugar a más de un episodio humorístico que relajan el ritmo, por lo demás ágil, de la narración.



Con todo, y si bien considero que no ha sido esta una mala lectura, lo cierto es que no la he disfrutado tanto como esperaba (y eso que la compré a ciegas y sin conocer de nada al autor ^^').

Las causas de mi disgusto se deben, básicamente, a dos factores que considero que el lector debería tener en cuenta antes de lanzarse a devorar esta historia.



1. El ritmo



Supongo que por causas de tratarse de una versión manga, aunque el ritmo con el que transcurre la acción es fluido, este no podría considerarse que sea continuo.

Me explicaré: el objetivo de la obra de Soseki es criticar el modelo social adoptado por los japoneses del Periodo Meiji, la actuación de la policía y los cambios en el modelo de familia.

En ocasiones, el deseo del autor de expresar su descontento con esta nueva forma de vivir lo llevar a sembrar el texto con largas escenas carentes de acción cuya única finalidad es mostrarnos cómo divagan los personajes (humanos) acerca de diversos temas tales como el matrimonio, el poder del dinero o el prestigio.

Por lo tanto, aunque el avance de la trama es constante, casi siempre se ve salpicado por estas elucubraciones que, al modo de los relatos de El Conde Lucanor (por citar un ejemplo conocido por el público occidental), culminan con una escueta moraleja expresada por boca del gato.

Además, y ya que hablamos sobre el gato, al menos en esta versión de la historia deja de tener peso alguno en la narración pasadas las primeras veinte páginas, y a partir del primer tercio de la novela ya no sabemos nada sobre él, pues el autor lo usa como instrumento narrativo, una cámara con patitas, vaya.

Así que si el libro te interesaba solo por el gatito, mejor agenciarte un tomo de El dulce hogar de Chi, que también habla de un gato adorable que vive en la casa de una familia de humanos japoneses.


2. La distancia

Aunque no lo parezca, la distancia cultural que nos separa de Japón puede resultar un obstáculo para el disfrute pleno de esta novela, o al menos así ha sido en mi caso.

Veamos, no es la primera obra japonesa que cae en mis manos, pero hasta ahora mi contacto con la literatura japonesa se ha centrado en cuentos y leyendas tradicionales, y ya sabemos que los mitos hablan en el lenguaje universal.

Por contra, al empezar a leer esta novela me sentí desde el primer momento como ajena a la historia, un mero espectador, como el gato que ejerce de narrador. Esta sensación de verlo todo a través de una ventana se ha mantenido hasta el final de la historia.



Y no solo es eso: el comportamiento social que manifiestan los personajes, varios de los comentarios que reflejan su mentalidad, chocan con mi concepción del mundo tanto por distancia cultural como por lejanía histórica.

No es conveniente juzgar una obra al margen de su contexto, como historiadora tengo eso bastante claro, pero eso no evita que cueste adecuarse o que el esfuerzo por entender las reacciones de los personajes y su coherencia no exista.

El carácter comedido, a caballo entre tradición y modernidad que manifiestan los personajes, puede resultar de entrada caótico o desconcertante, casi grotesco en algunos aspectos. 

Además, el culto a la muerte, al suicidio, planea por toda la narración como un amo silencioso pero cruel, llegando a asfixiar al lector con sus opresivas atmósferas. La muerte, un tema tan tabú en la literatura occidental, es presentada aquí como algo común, que todos los personajes asumen en mayor o menor medida.



Por todo esto, y a pesar de que recomendaría leer esta historia a cualquier entusiasta de la novela contemporánea, no puedo decir que me haya encantado, y la verdad es que me alegra mucho haber adquirido esta versión y no la novela original, pues seguramente no la habría suportado. Hay que ser sincero con los límites lectores de uno ^^'

En resumen: realismo, algo de humor y una fuerte crítica a la sociedad nipona a través del particular y extraño concepto de la vida que tiene el pequeño gato narrador.


¡Nos leemos! ^^


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