Como NO presentarse a un concurso


Porque con escribir no basta...

Una de las formas que tiene un escritor para ver publicada su obra (y también para darse a conocer) es presentarla a un certamen o concurso literario.

Sin embargo, presentar nuestra obra a concurso no es tan sencillo como enviarla y olvidarnos de ello. Es un poquito más costoso, pues requiere tiempo de preparación y sobretodo, atención y comprensión lectora: hay que leer con detenimiento las bases del certamen antes de enviar nada.

De no obrar siguiendo estas pautas, podemos hallarnos siendo protagonistas de épicos desastres que no solamente nos descalificarán del concurso, sino que minarán nuestra reputación como escritores.

Y es que aunque cueste de creer, la gente mete la pata de forma mayúscula, traumatizando al jurado con pifias de lo más inesperadas, tal y como podréis leer a continuación.



1. Porque yo lo valgo, me presento sin leer

Sin duda alguna, entre las prácticas que más pueden indignar a los organizadores o jueces de un concurso literario está el recibir obras que no se ajustan a lo que se pedía en las bases del mismo.

Por ejemplo, mandar un poema a un concurso de relatos de terror o una novela romántica a un certamen de ciencia-ficción tradicional.

Cuando dicen primavera y tú entiendes primigenio...

Aunque pueda sonar extraño, esto sucede con alarmante frecuencia y son cientos las obras que se presentan a concursos varios pese a no ajustarse al género o formato requeridos. Y esto, apreciados lectores, es un error garrafal.

Por muy bien que escribamos, no podemos presentar nuestras obras al primer concurso que vemos pensando que la calidad del trabajo hecho (apreciación subjetiva) está por encima de las bases de dicho concurso.

De hecho, obrar así constituye una gravísima falta de respeto hacia los organizadores del certamen. No es tan sencillo bastir un concurso como para tener que aguantar a escritores que ni se molestaron en leer las bases y mirar si su obra se ajustaba o no a las mismas.


2. Vendo idea: la ejecución ya tal

Otra simpática forma de quedar descalificado es no presentar un texto a concurso, sino la semilla de una futura historia que aún está por escribir.

En la industria cinematográfica sí existe un mercado de ideas y es óptimo o correcto en este ámbito, presentar proyectos u ideas a concurso. Pero en el mundo de la literatura esta práctica no se lleva ni se tiene en consideración.

Cuando te piden un árbol y tú les das una habichuela

Sabemos lo frustrante que puede resultar quedarse fuera del plazo de un concurso por no haber podido terminar nuestra obra a tiempo, pero eso no es argumento alguno para presentarnos con una simple idea o escaleta.

Como en el caso anterior, denota desinterés y cierta prepotencia por nuestra parte: no somo genios de la literatura como para esperar que en un certamen compren nuestras ideas aún por escribir.


3. Dejar las cosas por cualquier lado

En la mayoría de concursos se suele especificar cómo y en qué formato deben enviarse los relatos, así como el número de copias que han de presentarse en los casos (cada vez más escasos) de que se deba presentar la obra en papel.

Lo habitual hoy día es que los organizadores de un certamen pidan que el texto se envíe en formato .doc o en .pdf. Dicho así, suena muy claro y no se presta a equívocos.

Sin embargo, parece que es muy común en los últimos tiempos que los relatos presentados a concurso lleguen pegados en el cuerpo del mail.

Esto, aunque no supone un pecado flagrante, muestra el poco cuidado e interés del autor del texto a la hora de presentarlo, pues nadie en su sano juicio cree que pegar una historia directamente en el mail pueda ser considerado un ejemplo de pulcritud y buena presentación.


4. Mi nombre tiene que estar SÍ O SÍ

Otro garrafal y flagrante error a la hora de presentarnos a un concurso literario es pasarnos por el arco del triunfo ese apartado tan maravilloso que suele haber en todas las bases especificando el funcionamiento de la plica.

En la mayoría de certámenes lo habitual es que se pida al autor que se presente bajo seudónimo o que no incluya nombre alguno en el archivo del relato, sino que adjunte sus datos personales en un documento aparte. Eso es la plica.

Yo pongo mi nombre porque me sale de los *******

Pero claro, existen autores obsesivos y temerosos de que su relato se pierda, de modo que suelen incluir su nombre al final del mismo o incluso debajo de título del relato.

Como podéis bien adivinar, esto es motivo de descalificación inmediata, pues por muy bueno que sea el relato, incluir el nombre del autor en él viola las reglas y no sería justo darlo por bueno.


5. Cosecha en rojo

Un texto sembrado de faltas y errores ortográficos no solo es la pesadilla del jurado, sino también la de los escritores que se presentan al concurso. La sensación de vértigo al ver una errata en el texto que acabas de enviar es indescriptible.

Sin embargo, debéis tranquilizaros. Los errores ortográficos, si bien deben evitarse, no son por sí mismos motivo para quedar descalificados mientras no impidan la comprensión del texto en sí mismo.

Y esto no lo digo yo, lo dice un editor y corrector que ha participado ya en varias ocasiones como jurado en concursos literarios (y que prefiere mantenerse en el anonimato):

Si los personajes, la historia y el relato en sí son buenos y además se adecuan a las premisas solicitadas, las faltas de ortografía son un mal menor. 


Estos son solo algunos de los fallos más habituales que uno puede cometer a la hora de presentar su novela a un concurso. Por separado, ya suponen un crimen, pero cuando estos terribles fallos se presentan combinados, el resultado puede ser de pronóstico (y la descalificación, inmediata).

Con todo, un autor no solo puede cometer fallos durante la presentación de la obra a concurso, sino también durante el periodo de tiempo que tarda en llegar el fallo del jurado e incluso puede cagarla después de que se conozca el fallo.

Organizador de un certamen huyendo de los autores presentados

¿No me creéis? Pues aquí os dejo la lista de crímenes que algunos autores cometen después de presentar su obra.

a) Mandar versiones revisadas del texto presentado.

b) Llamar más a los organizadores que a la respectiva pareja para exigir saber cómo va el proceso de selección.

c) Insistir públicamente (RRSS) para que le cuenten a uno los entresijos del proceso de selección.

d) Cuestionar públicamente la honradez del jurado.

e) Difamar sobre el concurso y los ganadores cuando tu relato no resulta seleccionado.



¿Lo veis? Resulta que al final no es tan sencillo presentar nuestras obras a concursos y sabernos comportar mientras dure el proceso de selección y fallo del mismo.

Aunque claro, ahora que habéis recorrido este catálogo de aberraciones y conocéis lo mucho que estas pueden molestar al jurado, seguro que ninguno de vosotros la va liar parda cuando se presente a un certamen.


¡Nos leemos! ^^

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